¿Cómo no proponer a
Clara, junto a Francisco, a la atención de los jóvenes de hoy? El tiempo que
nos separa de la época de estos dos santos no ha disminuido su atractivo. Al
contrario, se puede ver su actualidad si se compara con las ilusiones y las
desilusiones que a menudo marcan la actual condición juvenil. Nunca un tiempo
hizo soñar tanto a los jóvenes, con los miles de atractivos de una vida en la
que todo parece posible y lícito. Y, sin embargo, ¡cuánta insatisfacción
existe!, ¡cuántas veces la búsqueda de felicidad, de realización, termina por
desembocar en caminos que llevan a paraísos artificiales, como los de la droga
y de la sensualidad desenfrenada! También la situación actual con la dificultad
para encontrar un trabajo digno y formar una familia unida y feliz, añade nubes
al horizonte. No faltan, sin embargo, jóvenes que, incluso en nuestros días,
recogen la invitación a fiarse de Cristo y a afrontar con valentía,
responsabilidad y esperanza el camino de la vida, también realizando la
elección de dejarlo todo para seguirlo en el servicio total a él y a los
hermanos. La historia de Clara, junto a la de Francisco, es una invitación a
reflexionar sobre el sentido de la existencia y a buscar en Dios el secreto de
la verdadera alegría. Es una prueba concreta de que quien cumple la voluntad
del Señor y confía en él no sólo no pierde nada, sino que encuentra el
verdadero tesoro capaz de dar sentido a todo.
Feliz solemnidad de nuestra Madre
Santa Clara, que nuestra hermanas clarisas muestren diariamente la belleza y la
fecundidad de la vida contemplativa, en apoyo del camino de todo el pueblo de
Dios, y a los franciscanos de todo el mundo, a tantos jóvenes que andan
buscando y necesitan luz. Espero que contribuya a hacer redescubrir cada vez
más estas dos figuras luminosas del firmamento de la Iglesia.
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