Es el tercer y último elemento
constitutivo de la vocación y representa el don de sí mismo a Dios. Nace de la
generosidad y del amor maduro hacia el Señor en un ambiente de libertad
interior. Mientras el primer elemento depende totalmente de la Voluntad de Dios
y el segundo depende de un don hecho por Dios y de la buena voluntad personal
para corresponder a este don, este último aspecto depende, claro, de la gracia
de Dios, pero sobre todo de la generosidad personal. El encuentro con “el joven
rico” en Mc 10,17 así nos lo confirma. A veces algunas circunstancias pueden
influenciar o incluso ser determinantes para tu respuesta, pero recuerda bien
que el primer interesado de que tu vida llegue a buen puerto y exactamente a la
meta para la que Él te creó con infinito amor… es Dios. De aquí la grandísima
esperanza y confianza en Él, ya que es con su ayuda con la que cumpliremos la
misión que nos confía. Dios está siempre de nuestra parte. Es el primero en
creer y apostar por nosotros. Puedes estar seguro de que te dará todas las
gracias que necesitas para responderle con un decidido y alegre “sí”.
Paz y Bien
Fraternalmente,
Fr. Javier Gordillo Arellano,OFM.
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