Las
fiestas pascua les comienzan con la introducción al triduo sacro el Jueves
Santo, con la Cena del Señor. Vienen después los tres días más importante:
Viernes Santo día de dolor y sufrimiento por la muerte del Señor, el Sábado
Santo con el silencio y la espera del triunfo del Señor, y tiene su
culminación en la Resurrección del Señor, tanto en la Vigilia y el Domingo de
Pascua.
JUEVES SANTO
San Francisco vivió de un modo muy especial la cena del Jueves Santo;
fue tan intenso ese modo de vivirla que quiso, que su familia religiosa tuviera
como característica la FRATERNIDAD, es decir, el que todos pudieran
llamarse y experimentarse como hermanos y lavándose los pies unos a otros
(Cf. RegNB 6). Ese clima fraterno de la cena pascual le sugirió, seguramente,
el nombre de "hermanos menores".
Es
Tomás de Celano (No.38) el que nos da noticia de los circunstancias
en las que San Francisco llamó "menores" a sus hermanos. Menores, es
decir, pequeños, pobres. Pero es más interesante aún ver de dónde toma San
Francisco la palabra de Menores.
En la
Regla no bulada hay dos pasajes en los que se encuentra este nombre: 5, 11-12,
la palabra viene del Evangelio (Lucas22, 26), en el contexto de la institución
de la Eucaristía y de la despedida de Jesús de sus discípulos en la tarde del
Jueves Santo. El otro pasaje es el de 6, 3-4 y la palabra "menor" está
relacionada con Juan 13, 14. El pasaje está marcando una hora decisiva en la
vida de Jesús, el punto de convergencia de los grandes temas del Evangelio de
Juan: el designio del Padre, la misión del Hijo, la hora del paso y de la
plenitud del amor. En este pasaje se está también en la tarde de la cena, primer
acto de la Pasión. En la intimidad de la última comida que Jesús comparte con
los suyos, el Maestro va a dejar a sus discípulos las últimas consignas antes
de separarse de ellos.
Es en este contexto
privilegiado, momento excepcional, en el que se desarrolla la humilde escena
del lavatorio de los pies. Pero no debemos ver esta escena sólo como un acto
edificante de humildad, una lección más que Jesús nos da. La misma importancia
que le da San Juan nos debe llevar a verla en otra perspectiva.
De modo
que no es una escena más: es el ejemplo por excelencia, la imagen que el Señor
quiso dejar de sí mismo para siempre a sus discípulos; es por así decirlo, el
Testamento del Señor (podemos compararlo con Test 5). Jesús ofrece en esa
escena una parábola viviente, una imagen que en esas circunstancias, no podrán olvidar.
El
episodio es interesantísimo por lo que tiene de insólito y paradójico. Jesús
tiene conciencia de que va a introducir definitivamente a sus discípulos por un
camino enteramente nuevo. Ha esperado el último momento para dar su mensaje en
toda su aspereza: una inversión de la manera de concebir la vida. Se
proclama una nueva jerarquía de
valores. Se trata de un verdadero vuelco. En adelante no se trata
de subir, sino de bajar; no de hacerse servir, sino de servir; no de buscarse a
sí mismo, sino de darse a los demás. En una palabra: la vocación del hombre es
amar.
Podemos
decir que nunca se manifestó Jesús tan verdaderamente a sí mismo como en este
episodio. En él se encuentra también esa imagen expresiva de sí mismo que, en
el momento de abandonarlos quiso dejar en testamento a los suyos: YO ESTOY EN
MEDIO DE USTEDES COMO EL QUE SIRVE. .
Pero
esta imagen que Jesús deja, más que un recuerdo, es una consigna, una orden, un mandamiento:
"les he dado ejemplo, para que también ustedes hagan como yo lo he hecho
con
ustedes". Jesús deduce de su
propia actitud la ley que debe regir a sus discípulos: "Pues si yo soy el Maestro
... ".
En
oposición al espíritu del mundo que busca el éxito, el placer, el dominio; el
cristiano debe ser un hombre totalmente polarizado en la entrega de sí mismo al
servicio humilde de sus hermanos; un hombre que se considere y se conduzca como
el servidor de los demás en todas las circunstancias y situaciones.
Esta es
precisamente la- herencia que San Francisco quiso recoger en el
nombre de "hermanos menores". Probablemente el nombre de
"menores" proviene de Lucas 22, 26, que San Francisco cita en la
Regla no bulada5, 13. Este mismo texto lo cita San Francisco en la Segunda
Carta a los Fieles 42. De igual modo, tiene preferencia por los paralelos de
Mateo y Marcos, la cita: "no he venido a ser servido, sino a servir"
la cita tres veces (Adm4, 1; RegNB 4, 6; 5, 11).
Pero la
imagen del lavatorio de los pies ha impresionado igualmente a San Francisco que
la emplea en varias ocasiones (Adm 4, 1; RegNB 6, 4; Adm 19, 4). San Francisco ha
comprendido la importancia de la escena del lavatorio y de la moral que
entraña: ve en ella el Testamento del Señor y lo acepta para él y sus hermanos
(RegNB 6, 4).
El
hermano menor será siempre el hombre del lavatorio de los pies en la tarde de
la cena pascua!. Es en este contexto que la pobreza franciscana (el
pequeño, el último, el insignificante, el miserable que se encuentra en último
lugar) alcanza sus verdaderas dimensiones: el menor es el servidor, el que se
abaja para colocarse por debajo de los demás para SERVIRLES; su pobreza es la
expresión de su amor. Enteramente pobre, porque enteramente hermano.
San
Francisco tiene conciencia de llegar así a la imitación esencial de Cristo.
Sabe que el Señor fue verdaderamente servidor-pobre. Ha penetrado en la
interioridad del Jueves Santo y de la Eucaristía. Ha comprendido el significado
inagotable de la escena del lavatorio de los pies, y recibe piadosamente el Testamento del Señor, como queda manifiesto en
RegNB 5, 14-15.
Fr. Javier gordillo Arellano,OFM.
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