Será como un hombre que iba a
salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les
encargó sus bienes A uno le dio cinco talentos; a otro, dos; y a un tercero,
uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue. (Mt 25, 14-30) El que es
llamado debe tener las cualidades necesarias para ser capaz de responder al
Señor, y en un buen discernimiento esto constituye un punto importante para
verificar la autenticidad de la vocación. Dios no llama a una persona sin
dotarlo de los elementos que le hacen apto para seguir su camino. Dones,
habilidades, capacidades personales… son en realidad un regalo que Dios te da
por amor, haciéndote capaz de amar de una manera particular, y dándote así la
capacidad de responder con la confianza necesaria para hacerlo plenamente.
Estas cualidades dadas por Dios son físicas, caracteriológicas, morales y
espirituales. Los dones de Dios se encuentran en todos los ámbitos de la
persona y, con el tiempo, están destinados a crecer y madurar. El director
espiritual debe ayudar a identificar estas cualidades y, en cierto sentido,
echar luz en el ámbito personal del que se siente llamado para que la vocación
(llamada) no se quede en potencia. En realidad estas cualidades también se
pueden “enterrar” y hacer queden estériles: el egoísmo y la pereza son la cal
viva que quema el terreno. La buena semilla muere y el fruto no madura, es más:
nunca crecerá. Hay que tener en cuenta que la formación puede, con un buen
método y con el tiempo, hacer madurar mucho unas cualidades que a primera vista
parecían dar pocas garantías. Nadie nace “hecho” del todo, pero todos tenemos
que dedicarnos con alegría y una buena dosis de madurez al trabajo de nuestra
mejoría y transformación.
termino con una frase de un gran jóven al cual Dios le dió muchas cualidades "Quiero ser Santo entre los hijos de San Francisco". Paz y Bien.
Fraternalmente,
Fr. Javier Gordillo Arellano,OFM
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