Estimado joven, paz y bien:
La experiencia
de Dios en Francisco es una invitación e interpelación a buscar las raíces de
nuestro carisma original y encarnarlo como él lo hizo en su tiempo, movidos por
la convicción profunda de que “no se comienza a ser cristiano por una decisión
ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una
persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación
decisiva”.
La
experiencia de Dios es el fundamento y la razón de ser de nuestra vida
franciscana. No se trata de una opción más, sino de la opción decisiva de
nuestra vida. Es una respuesta de fe que debe ser cada día más profunda, pues,
sin esta respuesta decidida, personal y comunitaria a Cristo, el hablar de la
fraternidad, de evangelización, de formación… es mera retórica, sin base ni
corazón, incapaz de “recordar con gratitud el pasado, vivir con pasión el
presente y abrirnos con confianza al futuro”
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